Nada hay mejor que una conversación agradable con los colegas con un cubata en la mano y un cigarro en la otra. Así estabamos Sergei, Sasha y yo, mientras Gabriel estaba a pico y pala con una italiana de su equipo de voleibol, en la sala Ya'sta.
Es bien sabido que las chicas son el enemigo. Un enemigo duro de roer al que hay que vencer y tumbar para poder registrarlo. Pues ahí estabamos los tres, despotricando sobre el universo femenino y sus pliegues cósmicos y cosméticos, las curvaturas de su espacio... vamos, hablando de tetas.
-Mucha liberación sexual, mucho avance social, - Sasha estaba compartiendo una postura metafísica compleja con nosotros- mucho matrimonio homosexual, pero ¡en este país las tías siguen sin acercarse a hablarnos!
- Y luego quieren que nos comportemos como caballeros, ¡eso es machismo, señoras mias!-sergei es un defensor acérrimo de la igualdad de derechos.
- Qué injusticia, - dije yo - quieren que les hagamos todo el trabajo. Encima son ellas las que eligen. Y casi nunca a nuestro favor.
Y así iba discurriendo la conversación, entre copa y copa, y bebo por que me toca. Trancurrida más o menos una hora apareció una mindundi (moza recia de buen ver en tiocalentinés, creo lo expliqué en otro post) de unos 165 cms de estatura, rubia de bote (ojo, que le quedaba bastante bien) y labios pintados de rojo pasión. Acercó su copa a las nuestras y le fuimos brindando, sin por ello salir de nuestro asombro. En esto que me toca el turno y yo no tenía copa, así que cogí la de Sasha y le brindé. Bebe de la mía- dijo ella-, bebe o dame un beso. Así que bebí como niño en la primera comunión (wow, vinate, mis padres no me dejan, toooma tragazooo!). Ahora dame un beso- fue su respuesta.
Lo has adivinado. Como caliente que soy, se lo di, ¿quién soy yo para negarle la felicidad a nadie, y menos si es tía, está gudi y soy yo a quien le pide el beso? Mi Julieta nocturna se giró y se fue, dejándome con una cara de idiota de flipar y a estos dos sin poder creerse lo que acababa de ocurrir.
Este sábado, si vuelven los señores agentes, Sasha les pondrá al corriente de nuestros avances en el intento de folleteo.
Es bien sabido que las chicas son el enemigo. Un enemigo duro de roer al que hay que vencer y tumbar para poder registrarlo. Pues ahí estabamos los tres, despotricando sobre el universo femenino y sus pliegues cósmicos y cosméticos, las curvaturas de su espacio... vamos, hablando de tetas.
-Mucha liberación sexual, mucho avance social, - Sasha estaba compartiendo una postura metafísica compleja con nosotros- mucho matrimonio homosexual, pero ¡en este país las tías siguen sin acercarse a hablarnos!
- Y luego quieren que nos comportemos como caballeros, ¡eso es machismo, señoras mias!-sergei es un defensor acérrimo de la igualdad de derechos.
- Qué injusticia, - dije yo - quieren que les hagamos todo el trabajo. Encima son ellas las que eligen. Y casi nunca a nuestro favor.
Y así iba discurriendo la conversación, entre copa y copa, y bebo por que me toca. Trancurrida más o menos una hora apareció una mindundi (moza recia de buen ver en tiocalentinés, creo lo expliqué en otro post) de unos 165 cms de estatura, rubia de bote (ojo, que le quedaba bastante bien) y labios pintados de rojo pasión. Acercó su copa a las nuestras y le fuimos brindando, sin por ello salir de nuestro asombro. En esto que me toca el turno y yo no tenía copa, así que cogí la de Sasha y le brindé. Bebe de la mía- dijo ella-, bebe o dame un beso. Así que bebí como niño en la primera comunión (wow, vinate, mis padres no me dejan, toooma tragazooo!). Ahora dame un beso- fue su respuesta.
Lo has adivinado. Como caliente que soy, se lo di, ¿quién soy yo para negarle la felicidad a nadie, y menos si es tía, está gudi y soy yo a quien le pide el beso? Mi Julieta nocturna se giró y se fue, dejándome con una cara de idiota de flipar y a estos dos sin poder creerse lo que acababa de ocurrir.
Este sábado, si vuelven los señores agentes, Sasha les pondrá al corriente de nuestros avances en el intento de folleteo.
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