No he posteado antes porque me parece una pérdida de tiempo si no tengo nada interesante que contar. Ahora, por lo menos tengo una historietilla curiosa.
Esta semana santa me la he pasado de juerga con los del curro; hemos salido cuatro días en una semana: martes, miércoles, viernes y sábado.
Mortal.
Viernes, en algún lugar de Malasaña entre las doce y la una de la noche. Ahí estaba ella, sentada en un taburete en la barra, bebiendo sola. Su modelo de pantalón de cintura baja permitía apreciar un lujurioso tatuaje justo donde la espalda está a punto de perder su casto nombre. Mis conocimientos de chino son tan escasos como los que poseo de japonés. De humor amarillo no paso. No sé qué significan esos símbolos, por lo que prefiero centrar mi atención donde la espalda sí pierde su casto nombre.
Tras varios minutos admirando e imaginando la comodidad de aquellas posaderas, un repentino calor de huevos me lleva a la acción.
Me acerco a ella, el pulso se acelera: me he vuelto a enamorar.
- Perdona que te moleste, pero creo que esto es tuyo- le enseño un cromo de Doraemon, para testar su sentido del humor a la vez que su madurez. Cuanto más madura, peor lo tengo.
- Creo que te equivocaste, no sé qué es.
- Disculpa, como lo vi en el suelo y como te gusta la culturilla oriental, pensé que…
- ¿cómo sabes si me gusta la cultura oriental?
- Hombre, no se, es como un tercer sentido- si le gustan los simpson, cogería este chiste-, lo se- órdago: si tiene un tatuaje en japo o chinorri, tiene que gustarle esa cultura, ¿no?
- Pues no especialmente- otra moderna de postal. Seguro que no sabe si lleva escrito “guarra facilona” o “monja pedorra”. Prefiero no seguir por esa senda, que no sepa que he estado mirándole el culo como un descosido.
La conversación no va del todo mal, pero tampoco muy bien. Llego incluso a pedirle el teléfono.
- tengo novio, pero si quieres te lo doy
¿Qué es esto? ¿Qué clase de mente retorcida juega a estos juegos teniendo compromiso? O es una golfa o una sádica. Tiene más pinta de lo segundo.
Al final me doy por vencido y decido largarme del sitio con los colegas. De camino a la salida del bar me encuentro un paraguas, que guardo cuidadosamente en mi huevada.
Decidimos ir a otro garito, yo feliz de no mojarme gracias a mi recién requisado paraguas. En la cola una voz familiar:
- Eh, pedazo de cabrón, ese es mi paraguas!- grita mi intento de ligue- y aún encima quería que le diera mi teléfono
- Esto…. Sí, bueno, que… ¡me lo he encontrado! Sí, tirado a la salida del bar.
Para colmo, todos los amigos de la chica alrededor.
- erm… es tuyo? Toma, toma, que a mi no me hace falta…
Descojone por parte de mis amigos, miradas de odio por parte de la tipa y su gente… raro que no pasara a mayores!
Por desgracia no hubo final caliente, así que al llegar a casa, a pelar la banana, zurrir la sardina, y ¡a dormir relajadito!
martes, 10 de abril de 2007
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